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Síntomas del estrés: cómo reconocerlos

Aprende a reconocer los síntomas del estrés en el cuerpo.

Aprende a identificar los síntomas del estrés y descubre sus efectos sobre el cuerpo humano

¿Sabías que la ansiedad experimentada de una forma continuada (el conocido estrés) afecta a nuestro cuerpo de forma física en numerosos aspectos? Por suerte, es posible frenar los síntomas del estrés antes que aparezcan problemas serios de salud.

A continuación le detallamos cómo identificar los síntomas del estrés para poder evitar daños de mayor gravedad:

Contracturas y dolor de cervicales

La tensión muscular puede ser una reacción refleja ante el estrés, ya que es el modo en que nuestro cuerpo se mantiene alerta ante ataques o dolor. Con el estrés los músculos se tensan, para luego liberar la tensión.

Por eso, si el estrés se presenta de una forma crónica, los músculos del cuerpo se encuentran en un estado de vigilancia constante. Cuando los músculos están tensos durante largos períodos de tiempo, esto puede provocar otras reacciones del cuerpo, e incluso puede provocar problemas secundarios asociados.

Por ejemplo, tanto el dolor de cabeza tensional, como la migraña, se asocian a la tensión muscular crónica en la zona de los hombros, el cuello y la cabeza.

Además, otro de los síntomas del estrés son las enfermedades crónicas secundarias relacionadas con trastornos musculoesqueléticos. Aunque a veces el dolor crónico pueda ser debido a una lesión, la combinación del tratamiento con técnicas de relajación, muestra una mejor disminución del dolor.

Se ha demostrado que las técnicas de relajación reducen eficazmente la tensión muscular y disminuyen la incidencia de determinados trastornos relacionados con el estrés, como el dolor de cabeza, y aumentan la sensación de bienestar.

Asma y problemas del sistema respiratorio

El estrés puede provocar alteraciones en la respiración, haciendo que sea más rápida y superficial. Esto no suele ser problemático, pero sí lo puede ser para aquellas personas que sufran asma o enfermedades pulmonares. Algunos estudios demuestran que una situación estresante como la muerte de un familiar, puede provocar ataques de asmas.

Además, el estrés puede causar un ritmo rápido de respiración (o hiperventilación) que puede desencadenar ataques de pánico, por lo que desarrollar estrategias de relajación y respiración puede ayudar a prevenir la ansiedad.

Palpitaciones y el problemas cardiovasuclares

El corazón y los vasos sanguíneos comprenden los dos elementos del sistema cardiovascular que trabajan conjuntamente para proporcionar alimento y oxígeno a los órganos del cuerpo. La actividad de estos dos elementos también se coordina con la respuesta del cuerpo al estrés.

En el caso del estrés agudo a corto plazo (por ejemplo, encontrarse en un atasco de tráfico, o apretar de repente los frenos para evitar un accidente), provoca un aumento de la frecuencia cardíaca y mayores contracciones del músculo cardíaco. Las hormonas del estrés (la adrenalina, la noradrenalina y el cortisol) actúan como mensajeros para estos efectos. Además, los vasos sanguíneos que dirigen la sangre a los músculos y el corazón se comprimen, aumentando así la cantidad de sangre bombeada a estas partes del cuerpo y elevando la presión arterial. Esto también se conoce como respuesta de «lucha o huida», dicho de otro modo, Fight or Fly. Una vez que el episodio de estrés agudo ha pasado, el cuerpo vuelve a su estado normal.

En cambio, el estrés crónico o constante experimentado durante un periodo de tiempo prolongado, puede dar lugar a problemas a largo plazo para el corazón y los vasos sanguíneos. Un aumento constante de la frecuencia cardíaca, los niveles elevados de hormonas del estrés y de la presión arterial puede aumentar el riesgo de hipertensión crónica, ataque cardíaco o accidente vascular cerebral.

El estrés agudo repetido y el estrés crónico persistente también pueden contribuir a la inflamación del sistema circulatorio, especialmente en las arterias coronarias, y esta es una vía que relaciona el estrés con el infarto.

El estrés y las hormonas, el sistema endocrino

Cuando el cuerpo está estresado, se empieza a producir la epinefrina y el cortisol, que son las llamadas «hormonas del estrés». La producción de estas hormonas de una forma continuada puede provocar efectos nocivos sobre varios órganos.

Por ejemplo, cuando se libera cortisol y epinefrina, el hígado produce más glucosa. La glucosa es un azúcar en la sangre que aporta la energía necesaria para afrontar la situación estresante en cuestión. Para la mayoría de las personas, si esta energía adicional no es utilizada en su totalidad, el cuerpo puede reabsorber el azúcar en la sangre. Pero para algunas personas -especialmente personas vulnerables a la diabetes tipo 2-, este azúcar extra puede implicar diabetes.

Varios estudios han demostrado que la gestión del estrés puede ayudar a controlar los niveles de azúcar en la sangre, a veces casi tanto como con medicamentos.

El sistema gastrointestinal, nuestro segundo cerebro

El estrés también puede ocasionar que nuestra alimentación varíe, y que, ya sea debido a la cantidad, así como al uso de alcohol o tabaco, puede causar ardor de estómago o reflujo ácido.

Cuando experimentamos estrés, el cerebro se vuelve más atento a las sensaciones que hay en el estómago. Este puede llegar a reaccionar con náuseas, dolores, vómitos, diarreas o estreñimiento.

La sobreactivación del sistema nervioso durante el estrés

Como vimos en este artículo, el sistema nervioso está formado por dos divisiones: la división central que involucra el cerebro y la médula espinal, y la división periférica que consiste en los sistemas nerviosos autónomos y somáticos.

El sistema nervioso autónomo (SNA) tiene un papel directo en la respuesta física al estrés y se divide en el sistema nervioso simpático (SNS) y en el sistema nervioso parasimpático (SNP).

Cuando el cuerpo está estresado, el SNS genera lo que se conoce como la respuesta de «lucha o huida«. El cuerpo cambia todos sus recursos energéticos para luchar contra una amenaza de vida o huir de un enemigo. El SNS indica a las glándulas suprarrenales que liberen adrenalina y cortisol. Estas hormonas provocan que el corazón lata más rápidamente, que aumente la velocidad de respiración, que los vasos sanguíneos de los brazos y las piernas se dilaten, que el proceso digestivo cambie y los niveles de glucosa en el torrente sanguíneo aumenten para hacer frente a la emergencia.

Esta respuesta del SNS es bastante repentina, a fin de preparar el cuerpo para responder a una situación de emergencia o estrés agudo. Una vez terminada la crisis, el cuerpo normalmente vuelve al estado pre-emergencia y no estrés.

El estrés crónico, consistente en la experimentación de estresores durante un período prolongado de tiempo, puede provocar un drenaje a largo plazo del cuerpo. Como el SNS sigue provocando reacciones físicas, provoca un desgaste en el cuerpo. No es tanto lo que hace el estrés crónico en el sistema nervioso, sino lo que provoca esta activación del sistema nervioso a otros sistemas corporales que pueden convertirse en problemáticos.

Efectos sobre el sistema reproductivo masculino

El sistema reproductor masculino está influenciado por el sistema nervioso. La parte parasimpática del sistema nervioso provoca relajación mientras que la parte simpática provoca excitación. En la anatomía masculina, el sistema nervioso autónomo, produce testosterona y activa el sistema nervioso simpático que crea la excitación.

El estrés crónico, o incluso el estrés continuo durante un período prolongado de tiempo, puede afectar la producción de testosterona, la producción y la maduración del esperma, e incluso puede llegar a causar disfunción sexual o impotencia.

Efectos sobre el sistema reproductivo femenino

El estrés puede afectar la menstruación entre las mujeres de diversas maneras. Por ejemplo, se asocian altos niveles de estrés con ciclos menstruales ausentes o irregulares, períodos más dolorosos y cambios en la duración de los ciclos.

En ocasiones, los síntomas premenstruales pueden ser más intensos, como por ejemplo la experimentación de rampas, retención de líquidos e hinchazón, estado de ánimo negativo (sintiéndose irritable y triste) y cambios de humor.

A medida que se acerca la menopausia, sin embargo, los niveles de hormonas fluctúan rápidamente. Estos cambios en los niveles hormonales contribuyen a los cambios de humor y los sentimientos de angustia. Así, la menopausia puede ser un estresor en sí mismo. Algunos de los cambios físicos asociados con la menopausia, especialmente los «sofocos», pueden ser difíciles de afrontar, pero se ha comprobado que la angustia emocional puede empeorar estos síntomas.

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