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Relajación para niños

Muchos de los problemas que tenemos tienen su origen en la infancia. Por eso es importante empezar a compartir con nuestros hijos herramientas que les sirvan para tomar control de su estado emocional y convertirse en adultos más sanos.

La relajación muscular de Koeppen

Una de estas herramientas es la relajación muscular de Koeppen, que está basada en ejercicios de tensión y distensión de los diferentes grupos musculares con una guía imaginativa.

La pueden practicar niños y niñas de todas las edades y, además de ayudarles a relajarse, puede ser una bonita manera de compartir una actividad en familia.

Os dejamos algunos ejercicios sencillos y divertidos para que empecéis a practicar hoy mismo.

El juego del limón – Manos y brazos

Imagina que tienes un limón en tu mano izquierda, y tienes que tratar de exprimirlo para sacarle todo el jugo. Concéntrate en tu mano y en tu brazo, en cómo aprietan mientras intentas sacarle todo el zumo, en cómo se tensan. Ahora deja caer el limón. Nota cómo están tus músculos cuando se relajan…» (repetir 3 veces con cada mano).

El gato perezoso – Brazos y hombros

Ahora vamos a imaginarnos que somos un gato muy, muy perezoso y queremos estirarnos… Estira todo lo que puedas los brazos frente a ti.  Ahora levántalos, por encima de tu cabeza, y con fuerza, llévalos hacia atrás. Nota el tirón tan fuerte que sientes en los hombros. Vamos ahora a dejarlos caer a los lados, que descansen del esfuerzo. Muy bien. ¿Ves qué bien se siente un gatito cuando está relajado? Muy contento y muy a gusto” (repetir 5 veces).

La tortuga que se esconde – Hombros y cuello

Ahora eres una tortuga. Estás ahí sentada, sobre una roca, muy a gusto. Te sientes muy cómoda y feliz… Pero de pronto… ¿qué pasa? No lo sabes bien, pero sientes que estás en peligro, sientes miedo. ¡Tienes que esconderte! ¡Mete tu cabeza en el caparazón! Lo haces llevando tus hombros hacia tus orejas, con la cabeza entre los hombros, así, bien escondida, muy protegida. Ya está… no hay peligro, sal de tu caparazón, no tienes nada que temer» (repetir 3 veces).

El chicle enorme – Mandíbula

Tienes un chicle enorme, quieres masticarlo, pero es tan grande… Vamos a morderlo con todos los músculos de tu cuello, con tu mandíbula. Apriétalo bien. Siente cómo se mete entre los dientes. Mastícalo fuerte, muy bien, lo estás consiguiendo. Ahora… relájate, el chicle ha desaparecido. Deja caer tu mandíbula. Siente cómo está floja. Tu cuello también está suelto, está relajado» (repetir 3 veces).

La mosca pesada. – Cara, nariz y frente

Estás sentado, despreocupado, entretenido. De repente, una mosca, una mosca muy molesta ha venido a meterse contigo y se ha posado en tu nariz. Tratas de espantarla pero no puedes usar las manos. Es un poco complicado. Intenta echarla arrugando tu nariz, todo lo que puedas, lo más fuerte posible. ¡Vamos, tú puedes echarla! Fíjate que cuando arrugas tu nariz, las mejillas, la boca y la frente también se arrugan, también se ponen tensos. Hasta tus ojos se tensan. Bien, la mosca ya se ha ido, por fin te ha dejado tranquilo. Ya puedes relajar toda tu cara: tu nariz, tus mejillas, tu frente… Tu cara está tranquila, sin una sola arruga. Tú también estás tranquilo y relajado» (repetir 3 veces).

Un elefante en nuestro estómago

Ahora, estás tumbado sobre la hierba, boca arriba, tomando el sol. Estás muy cómodo y muy relajado. De repente, oyes un sonido, son los pasos de algo grande que se dirige hacia ti. Es un elefante, el elefante avanza rápido, velozmente, sin mirar por dónde pisa. Está muy cerca de ti, no tienes tiempo de escapar. La única solución es poner tenso el estómago, tensarlo tanto que parezca de piedra; así cuando el elefante ponga su pie encima de ti estarás protegido. Tensa bien tu estómago, nota como tu estómago se pone duro, realmente duro. Aguanta así, el elefante está a punto de pasar. Mira, parece que ya está apoyando su pie… ¡Vaya!, el elefante ha salido corriendo en otra dirección. Estás a salvo. Ya puedes descansar y relajarte. Deja tu estómago blandito. Lo más blandito y relajado que puedas. ¡Muy bien! Sientes la diferencia entre el estómago tenso y el estómago relajado… ¿a que ahora te sientes mucho mejor?» (repetir 2 veces)

Caminamos por el barro – Piernas y brazos

Estamos en la jungla. Es una jungla peligrosa, pero nosotros somos buenos exploradores y conseguiremos avanzar a través de ella y encontrar la salida. Vamos caminando decididos cuando ¡atención! Hemos encontrado un barrizal, ¿quieres meter tus pies en él? ¡Vamos allá! Debes empujar con toda la fuerza de tus piernas. Empuja hacia adentro. Siente como el calor del barro se mete entre tus pies. Empuja fuerte, parece que el barro se hace cada vez más duro, utiliza toda la fuerza de tus piernas. Siente cómo tus piernas y tus pies están tensos mientras intentan caminar por el lodo. Ahora sal fuera. Deja de hacer fuerza. Suelta tus piernas y tus pies. Nota cómo están flojos, están relajados. Ya no estás tenso, descansa» (repetir 2 veces).

Una vez trabajados todos los grupos musculares, podemos acabar la sesión realizando ejercicios de respiración o de visualización de imágenes. Por ejemplo, se le puede pedir al niño que imagine un sitio real o imaginario dónde él se sienta en calma, y permanecerá de forma imaginaria en aquel lugar durante varios minutos, tumbado en el suelo, hasta que se sienta totalmente relajado.

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